jueves, 29 de mayo de 2014

Pigmalión

Hola soy Pigmalión y esta es mi historia. Un buen día estaba en mi casa pintando y esculpiendo como siempre. Comencé a trabajar sobre un trozo blanco de marfil hermoso y puro, y empecé a esculpir. Fui "dibujando" una silueta prácticamente perfecta, las curvas de sus caderas, sus finos y largos dedos, su expresión angelical, sus ojos dulces y serenos... , me estaba quedando realmente hermosa.

Cada día fui haciendo un trozo más de su delicado cuerpo y poco a poco fui embrujado por su fantástica belleza y, sin quererlo, me enamoré de aquella estatua de marfil. Pensaréis que estoy loco, yo también lo creia pero ella era diferente a las demás.
 
Un buen día fui al pueblo a por más material y yendo por la calle me di cuenta de que las calles estaban muy adornadas, me agaché y cogí del suelo unos pétalos para ella,  la mujer de marfil. Cuando quise darme cuenta me fijé que era el día de la diosa Venus y quise irme rápidamente a casa, cuando de repente una multitud de gente me llevó hasta la diosa Venus.

Cuando estuve frente a ella,  en su altar dije: " Venus ya conoces mi drama, oh Venus te lo suplico,  si puedes concederlo todo,  haz que sea mi esposa una mujer como la de marfil". Me quedé un rato callado y añadí: " Gracias" .

Cuando volví a casa, allí estaba ella tan radiante como siempre;  me acerqué a ella y le besé sus labios,  eran cálidos,  pensé que me estaba volviendo loco pero ella me acarició la mejilla,  me sorprendí y me puse muy contento; de la alegría la cogí de la cintura y la llevé para que pudiera ver el mar y al cabo de un rato añadí: " Mi nombre es Pigmalión" y ella con voz dulce y amplia sonrisa añadió: " Ya lo sabia".

Atalanta.



 
                                ATALANTA
 
      Mi nombre es Atalanta, la gente cree que es fácil vivir la vida que tengo, solo por mi belleza sobrenatural y mi capacidad de correr más rápido que los atletas de mi región. Pero el caso, es que no pasa un solo día sin que alguien me pida en matrimonio. Pensé que sería buena idea casarme. Pero, ¿ a quién elegir?
Voy a consultar a los dioses, pues solo ellos pueden ayudarme.
Fui al templo y me postré ante Pitia, la transmisora de los mensajes de los dioses, y le pregunté sin más preámbulos:
          - ¿Debo elegir un esposo?
          - Huye de tener esposo, Atalanta. Con todo no huirás y, viva, te verás privada de ti misma. - Me contesto Pitia.
     Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.
      ¿Qué significaba eso?
      Entonces, decidí que viviría como un ermitaño, ese es el único modo de evitar el oráculo de los dioses.
      Eché a correr, hasta llegar a la orilla de un río, en un lugar apartado. Descubrí una gruta y allí me preparé un lecho de hojas, un refugio donde viviría el resto de mis días.
       A la mañana siguiente, había un hombre moreno y barbudo que me contemplaba. Presa de la ira le dije:
           - Él que se case conmigo antes ha de vencerme en la carrera. Si ganas me casaré contigo, si pierdes, perderás tu vida. ¿Estás dispuesto a aceptar el desafío?
        Pensé que con semejante condición rechazaría mi propuesta, pero me equivoqué.
           - Nos vemos esta noche en el circo.- contestó él antes de marcharse corriendo.
    Cuando llegué al circo aquella noche, estaba lleno de gente y pretendientes esperando en la línea de salida.
Después de derrotar a estos, aparecieron más, pero de repente me llamó un forastero más joven que yo. Lo observé más detenidamente, y me di cuenta de lo guapo y esbelto que era. Me sentía desconcertada, me había enamorado perdidamente de él. Intenté detenerle, pero él se negó a mis plegarias y se dirigió a la línea de salida.
Las trompetas dieron la señal. Empecé a correr, y me situé en la cabeza de la carrera. Pero, de repente, una manzana de oro rodó a mis pies. Estaba fascinada, me paré, y la cogí y después lo volví a adelantar. Y esto, otra vez. ¡Que extraño!, ¿de dónde saldrán estás divinas manzanas?- pensé.
Atalanta e Hipómenes, Guido Reni (1620)
   Cuando vi la tercera manzana, una voz en mi cabeza me dijo:
         - Ve a por ella, te sobra tiempo... ¡Corres tan deprisa!-
  La cogí y cargé con las tres manzanas en los brazos. Me pareció que me pesaban tanto que tuve que disminuir la marcha e Hipómenes consiguió pasar la línea de meta y así hacerse mi esposo.
 Me miré las manos y las tenía vacías.
Más tarde, estuvimos paseando de la mano por el bosque,
 hasta que vimos cerca de un templo, una cueva que se
consideraba sagrada. Allí entramos para amarnos.
De repente, contemplé cómo mis dedos se
convertían en garras, mi cabello en una
espesa melena; mis hombros en paletillas,
de las que salieron unas patas musculosas y peludas.
Intenté hablar, pero de mi boca salieron rugidos.
Miré con horror a Hipómenes. Nos habíamos convertido en leones.
¿Lo estaría soñando? ¿Qué había sucedido?
De repente, lo entendí todo.
Seguía viva, pero me había visto privada de mi misma.


Fuente de Cibeles en Madrid (1782) esculpida por        Francisco Gutiérrez (figura de la diosa y el carro), Roberto Michel (los leones) y el adornista Miguel Ximénez.





Atenea: diosa de la inteligencia y de la guerra.


ATENEA



Atenea tiene diferente epítetos como por ejemplo Glaucopis, que significa de ojos brillantes. También Bulea, Poliode, Tritogenia, Partenos, Palas, Nike son algunos de ellos.
    
Atenea es hija predilecta de Zeus, nacida de su frente, completamente armada después de que se tragase a su madre. Ésta jamás se casó ni tuvo amantes, mantuvo una virginidad perpetua. Era imbatible respecto a la guerra.

Fue patrona de varias ciudades pero se volvió más conocida como patrona de Atenas y de toda la región del Ática. También protegió a muchos héroes y otras figuras míticas. Fue adorada en todas las partes de Grecia.

Calendario ático
En su honor están las Panateneas, que eran unas fiestas religiosas en Atenas. Tenían lugar el 23 y el 30 del mes de hecatombeón (primer calendario ático). Eran las más antiguas e importantes de Atenas. Hay una cada cuatro años, que duraba cuatro días más que las anuales y eran más prestigiosas y apreciadas, similares a los Juegos Olímpicos.


  El animal asociado a Atenea es la lechuza y también la serpiente. El olivo era considerado un árbol sagrado asociado a esta diosa.
Serpientes
Lechuza

Olivo












Hay una historia sobre Atenea que dice que Hefesto quería hacer el amor con la diosa por haberla ayudado a venir al mundo, pero Atenea escapa de su brazo y Hefesto eyaculó sobre el suelo, surgiendo así Erictonio, antiguo antepasado fundador de la ciudad de Atenas.



Como referente cultural de esta diosa, en Valencia tenemos  el Ateneo, situado en els Poblats Marítims, lugar de reunión donde se realizan actividades culturales ya que la diosa relaciona con la inteligencia.

lunes, 26 de mayo de 2014

ACTEÓN


ACTEÓN

  Era un célebre cazador. Me inicié en este arte gracias al centauro Quirón. Mis padres se llamaban Ariseo y Autónoe y nací en Beocia.
       
    Un día, cazando con mis perros en el bosque, cerca de una ciudad llamada Orcómeno, andando por allí y estudiando el lugar en el que iba a cazar, como de costumbre, me introduje por un camino abarrotado de ramas y grandes árboles, cuando de pronto irrumpí en el escondido lugar donde se bañaba la diosa de la caza, Diana. Ella estaba completamente desnuda y, alrededor, también desvestidas, unas ninfas la acompañaban.
        
   Quedé atrapado por la belleza de la diosa, no podía apartar la mirada de ella. Sin duda, no había ni una sola imperfección en aquel cuerpo.

   De pronto la diosa me descubrió entre las ramas y sobresaltada me salpicó en los ojos con el agua del estanque. Me restregué los ojos por la molestia del agua que entró directamente. De pronto, la diosa se cubrió rápidamente con su túnica. Ella estaba consagrada a la castidad y tras la profanación de su desnudez le desagradaba que alguien tuviese la imagen de su cuerpo desnudo.

La muerte de Acteón - Tiziano (1487- 1576)
   Desgraciado de mí, ¿qué me estaba pasando? No sabía en aquel momento que pasaba, cuando enfadada me dijo: " Ahora te está permitido contar que me has visto desnuda, si es que puedes contarlo".

   De pronto empecé a notar un dolor intenso en la cabeza, pues una protuberancia me iba saliendo a cada lado, la piel se me tensaba y los músculos de las piernas aumentaban de grosor, aparecía pelo por mi espalda que pronto se extendía por todo mi cuerpo.


    Cuando miré hacia el suelo pude ver que no eran mis piernas las que mantenían mi cuerpo en pie, sino cuatro patas, las patas de un ciervo en un bosque de caza.

Acteón. Paul Manship, 1925
    Después de aquello vi a lo lejos a mis sabuesos correr hacia mí, ¡qué alivio! -pensé. Pero mientras se acercaban, observé sus caras inquietas y jadeantes. Paré en seco y ellos se abalanzaban contra mí. Me atacaron, yo gritaba con esperanzas de que reconocieran a su amo, pero ellos seguían devorándome hasta que desgarraron mi cuerpo.