lunes, 26 de mayo de 2014

ACTEÓN


ACTEÓN

  Era un célebre cazador. Me inicié en este arte gracias al centauro Quirón. Mis padres se llamaban Ariseo y Autónoe y nací en Beocia.
       
    Un día, cazando con mis perros en el bosque, cerca de una ciudad llamada Orcómeno, andando por allí y estudiando el lugar en el que iba a cazar, como de costumbre, me introduje por un camino abarrotado de ramas y grandes árboles, cuando de pronto irrumpí en el escondido lugar donde se bañaba la diosa de la caza, Diana. Ella estaba completamente desnuda y, alrededor, también desvestidas, unas ninfas la acompañaban.
        
   Quedé atrapado por la belleza de la diosa, no podía apartar la mirada de ella. Sin duda, no había ni una sola imperfección en aquel cuerpo.

   De pronto la diosa me descubrió entre las ramas y sobresaltada me salpicó en los ojos con el agua del estanque. Me restregué los ojos por la molestia del agua que entró directamente. De pronto, la diosa se cubrió rápidamente con su túnica. Ella estaba consagrada a la castidad y tras la profanación de su desnudez le desagradaba que alguien tuviese la imagen de su cuerpo desnudo.

La muerte de Acteón - Tiziano (1487- 1576)
   Desgraciado de mí, ¿qué me estaba pasando? No sabía en aquel momento que pasaba, cuando enfadada me dijo: " Ahora te está permitido contar que me has visto desnuda, si es que puedes contarlo".

   De pronto empecé a notar un dolor intenso en la cabeza, pues una protuberancia me iba saliendo a cada lado, la piel se me tensaba y los músculos de las piernas aumentaban de grosor, aparecía pelo por mi espalda que pronto se extendía por todo mi cuerpo.


    Cuando miré hacia el suelo pude ver que no eran mis piernas las que mantenían mi cuerpo en pie, sino cuatro patas, las patas de un ciervo en un bosque de caza.

Acteón. Paul Manship, 1925
    Después de aquello vi a lo lejos a mis sabuesos correr hacia mí, ¡qué alivio! -pensé. Pero mientras se acercaban, observé sus caras inquietas y jadeantes. Paré en seco y ellos se abalanzaban contra mí. Me atacaron, yo gritaba con esperanzas de que reconocieran a su amo, pero ellos seguían devorándome hasta que desgarraron mi cuerpo.
        

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